La realización del SIMCE representó un enorme desafío desde la perspectiva del diseño, ya que cada elemento visual y comunicacional debía ser cuidadosamente concebido para garantizar claridad, accesibilidad y eficacia en su propósito educativo. Diseñar una prueba de esta magnitud implica un profundo entendimiento de los usuarios finales, desde estudiantes hasta docentes y aplicadores, asegurando que cada detalle —desde la tipografía hasta la diagramación— facilite la experiencia y minimice posibles barreras. Enfrentar este desafío en un contexto cambiante y de alta presión destacó la importancia del diseño como una herramienta clave para transmitir confianza, fomentar el compromiso y garantizar la recolección de datos esenciales para el desarrollo educativo del país.